Saber ver

Educar empieza con los ojos.
Con detenerse un segundo a observar cómo duerme, cómo bosteza, cómo mueve las orejas cuando algo le asusta o le emociona.
Porque antes de enseñar, hay que aprender a mirar.

Mirar no es vigilar.
Mirar es escuchar con los ojos, descubrir lo que no cabe en los manuales: la forma en que tu perro pide calma, la manera en que busca tu compañía, el instante en que necesita distancia.

Si aprendemos a mirar, todo lo demás llega solo: el vínculo, la confianza, el respeto.
Saber hacer y saber ser nacen de ese primer gesto sencillo: prestar atención.

Yo miro a mis perros cada día y, en ese reflejo, me descubro también a mí misma.
Porque a veces, ellos me enseñan mucho más de lo que yo puedo enseñarles..